En un inesperado evento la defensa natural del armadillo le dio una gran lección a este hombre.
Un hombre en Texas recibió un disparo en la cara con una bala de su propia arma. El disparo inicialmente estaba dirigido a un armadillo, antes de que la bala rebotara en su caparazón duro y golpeara al tirador.
Eso sucedió en 2015, pero por alguna razón inexplicable, la historia comenzó a circular nuevamente hace poco.
Los hombres disparando sus armas en Texas no son nada nuevo. ¿Pero un armadillo a prueba de balas disparando la bala de vuelta? Ahora ese es el tipo de espectáculo de armas que se vuelve viral.
Los entusiastas de la venganza del armadillo comenzaron a compartir la historia nuevamente en Twitter y aunque no está muy claro el por qué, raramente necesitamos una razón para algo tan épico.
Una publicación del periodista deportivo Spencer Hall en 2017 incluso advirtió de forma graciosa que podría ser una señal de levantamiento del armadillo pues en 2017 también revivió la historia de la nada y muchas personas más comenzaron a comentar sobre el levantamiento del armadillo.
Todo se trata de un hombre que escuchó al armadillo merodeando por su casa a las 3 de la mañana y tras disparar tres veces contra el animal, una de las balas rebotó y se alojó en su mandíbula.
El hombre fue trasladado al hospital más cercano, en donde los profesionales retiraron la bala de su rostro.
En cuanto al armadillo, se desconoce si el pequeño vigilante sigue huyendo. El sheriff en el condado de Cass, Texas, dijo que nunca encontraron al animal después del incidente.
Una protección inquebrantable.
Una vez atendido en el centro hospitalario, el hombre declaró a las autoridades que el fuerte caparazón del armadillo rechazó todas las balas disparadas por él.
Hasta que la tercera rebotó directamente hacia su rostro causándola la herida en la cara.
Los armadillos de nueve bandas son las únicas especies de armadillos que se encuentran en los Estados Unidos de aproximadamente 20, según la Federación Nacional de Vida Silvestre , y generalmente viven de 7 a 20 años. Con esos números, todavía existe la posibilidad de que el pequeño todavía esté ahí afuera.