Este maravilloso cetáceo es uno de los más raros que existen. Grabar a una es como ganarse la lotería para los fanáticos de la vida salvaje.
El mundo de la fotografía silvestre es uno que cuenta con sus propias reglas, objetivos e incluso sueños y fantasías. Debido a los números, los hábitats donde viven y el nivel de protección que tienen de parte de las organizaciones internacionales de preservación de fauna silvestre, hay algunos animales que son considerados verdaderos trofeos.
Una especie tan elusiva como maravillosa, como por ejemplo, un leopardo de las nieves retratado en su propio hábitat natural, puede ser suficiente para que un fotógrafo de vida salvaje considere su retiro; luego de eso, no va a conseguir nada igual de valioso.
Sin embargo, los animales albinos tienen una categoría propia en ese sentido. Debido a que es una condición que se manifiesta en un número muy reducido de las especies, que además vuelve muchísimo más difícil su vida (en muchísimos casos, las especies albinas no logran sobrellevar sus primeros años de vida), llegar a ver a una especie blanca, casi del animal que sea, siempre va a ser valiosísimo.
Ahora, si queremos llevar la dificultad al extremo, imagínese lo difícil que es dar con un animal albino, que además vive en las profundidades del océano.
Si no es el trofeo absoluto para los fotógrafos de vida submarina, una ballena albina por lo menos debe estar entre los tres de mayor dificultad. La sorpresa que se llevó Howard Garrett, un especialista que trabaja con Orca Network cuando estaba siguiendo a un grupo de orcas y notó que una de ellas se veía algo distinta al resto; lo hizo lanzar su done y fue así como logró captar lo que solo sus anhelos más profundos habían deseado ver: una orca blanca.
En lugar de tener la tradicional alternancia entre colores blancos y negros, este cetáceo era de un color grisáceo, no del todo blanco, pero ni cerca de tener la más mínima presencia de negro. La siguió durante algunos minutos, mientras nadaba con sus hermanas, para luego conseguir retratarla con más calma en un momento en que dejaron de moverse.
Garrett no sólo consiguió retratar a la orca,, sino que fue testigo de cómo se acercaba a un muelle flotante cercano. Alertándolos a tiempo, consiguió que salieran a ver el espectáculo. Para todos los que estaban ahí, ver a este hermoso animal fue algo mágico que seguro nunca olvidarán.