Además, la solidaria enfermera puso a disposición el instructivo para que cualquier persona pueda fabricar la suya.
Tommye Austin es jefa de enfermeras del University Health System en San Antonio, Texas, y mientras recorría la unidad que trata pacientes contagiados de COVID-19, vio pacientes con ventiladores artificiales luchando por su vida. Escuchó enfermeras, personal médico y otros trabajadores hablar sobre lo ansiosos que se encontraban por estar expuesto al coronavirus y quizás transmitirlo a sus seres queridos.
Austin se dio cuenta que debía apoyar a su equipo quienes necesitaban equipo de protección adecuado para luchar contra esta enfermedad, especialmente máscaras N95. A pesar de que su hospital estaba bien abastecido de insumos, Tommye se preocupó si habría suficientes mascarillas para una oleada de contagios mayor.
Luego recordó lo que su difunto esposo siempre decía: “Si no puedes encontrar algo y no puedes comprarlo, lo haces”.
Esto motivó a Tommye a buscar la mejor manera de fabricar una mascarilla eficiente que sirviera para sus colegas. Después de días de arduo trabajo, esta profesional logró crear la ‘TM 2020’ (las letras significan Máscara de Tommye, por sus siglas en inglés) la cual resultó ser una mejora de la N95.
El nombre N95 proviene del hecho de que las máscaras filtran el 95% de las partículas en el aire, como los virus. Los resultados de laboratorio muestran que las máscaras de Tommye bloquean el 96.5%. Además, las N95 no están diseñadas para usarse todo el día, por lo que tienden a dejar marcas dolorosas en narices, mejillas y barbillas, también, debido a que no tienen manera de que escape el dióxido de carbono exhalado, los usuarios de N95 a veces sufren mareos o dolores de cabeza, problemas que no suceden con la TM 2020.
Tommye utiliza su máquina de coser en sus tiempos libres, generalmente para crear edredones y mantas. Aprovechó esta habilidad para coser para crear su mascarilla.
La enfermera recuerda que en una ocasión que su esposo estaba cambiando el filtro del aire le explicó como los filtros electrostáticos tenían un precio más elevado porque llevan una carga que elimina más suciedad del aire. Entonces, cuando Tommye fue a comprar materiales para este proyecto, recordó la palabra electrostática.
Compró tres modelos diferentes, cortó sus marcos de papel y alambre y se puso a trabajar. “La eficiencia de cada modelo era casi la misma, pero una era más flexible. Le dio a la máscara una forma agradable y era muy transpirable”, dijo Austin.
Su mayor desafío fue conseguir que la máscara se ajustara bien sobre la nariz y la boca, pero no tan apretada como para dañar la piel, además tenía que dejar espacio para que el dióxido de carbono escapara.
Después de 10 días de intentos y fracasos, la máscara TM 2020 se hizo una realidad. Días después de que la presentara en el hospital, Tommye recibió más de 1,500 ofertas de personas dispuestas a comprarlas, pero la TM 2020 no está destinada a fines comerciales.
Se han hecho y donado más de 2,400 de las máscaras de Tommye, el objetivo es crear 6,500.
Gracias al ingenio y la solidaridad de Tommye, personas que no tenían acceso a una máscara protectora ahora están más seguras.
Haciendo clic aquí puedes encontrar el instructivo en inglés para la fabricación de esta mascarilla.