Tus emociones pueden afectar tu sentido del gusto
Aunque no lo creas existe una explicación científica del porqué corremos directo por un helado o un chocolate cuando estamos tristes.
La percepción del gusto puede ser modulada por una variedad de influencias; entre ellas están las emociones y el estrés agudo.
Cuando nuestro cuerpo se somete a emociones negativas o situaciones estresantes, liberamos altos niveles de cortisol. Esta hormona genera ansiedad por consumir glucosa y al ser ingerida hace que nuestro cuerpo libere otra hormona llamada serotonina; la cual actúa como un relajante, que ayuda a que los malos ratos sean un poco más llevaderos.
De acuerdo con la investigación realizada por la Universidad de Cornell, las emociones además alteran la percepción del gusto. Por ejemplo las emociones positivas aumentan el dulzor y reducen las intensidades agrias; mientras que las emociones negativas aumentan los sabores amargos, y disminuyen los sabores dulces.
En teoría, cuando estamos tristes tendemos a comer más golosinas con el fin de compensar la disminución de sabor.
Así que definitivamente no es buena idea comer ensalada, después de una ruptura amorosa.