“Yo soy sus manos y él es mis ojos”
Los protagonistas de esta fantástica historia son dos hombres originarios de China llamados Jia Haixia, quien nació ciego de un ojo y perdió el otro por un accidente laboral en el año 2000, y Jia Wenqi, quien perdió sus dos brazos por un accidente cuando tenía tan solo 3 años. Juntos, han trabajado arduamente reforestando una zona rural del noreste de China logrando plantar más de 10.000 árboles durante más de 10 años.
La amistad entre Haixa y Wenqi surgió cuando eran niños, puesto que estudiaban en la misma escuela en una pequeña aldea llamada Yeli y desde entonces su amistad creció y en la actualidad, además de ser socios en su maravilloso proyecto ambiental en el que han reforestado un área por más de 13 años, también se consideran hermanos por todo el apoyo y cariño que se dan mutuamente.
Para iniciar su proyecto, Haixia y Wenqui rentaron 8 hectáreas de tierra al gobierno local y desde entonces todos los días acuden a su terreno con el objetivo de plantar la mayor cantidad de árboles. En entrevistas con medios locales, los amigos contaron que aunque después de tantos años, los dos conocen muy bien la ruta, Wenqi siempre es el que abre el camino por el bosque para guiar a Haixa, su amigo ciego que sostiene la manga de su chaqueta vacía y al llegar al río se sube a la espalda de Wenqi para poder cruzarlo.
De esta manera, los amigos logran complementarse para poder plantar árboles todos los días y poder salir adelante a pesar de sus discapacidades, en entrevistas con medios locales Haixa comentó al respecto: “Yo soy sus manos y él es mis ojos. Somos buenos compañeros”. Cada mañana acuden a trabajar a las 7:00 am y al llegar al terreno, Haixa sube a los árboles viejos para agarrar los mejores esquejes, guiado por las indicaciones de su amigo y posteriormente empiezan a plantarlos y a cuidar de cada planta con mucho amor viendo cómo crece el bosque, beneficiando a la naturaleza y a la comunidad para evitar inundaciones.
En una entrevista con BBC News, Haixa contó que cuando se quedó ciego de los dos ojos por el accidente laboral, se le hizo muy difícil adaptarse a su nueva vida: “al principio me sentí muy deprimido” pero por fortuna, él contaba con su amigo Wenqi quien había aprendido a aceptar su discapacidad puesto que era muy joven cuando perdió sus brazos y aunque no podía realizar cualquier tipo de trabajo, la comunidad le enseñó a plantar y cuidar árboles, lo cual despertó su interés por la naturaleza.
De esta manera, por la experiencia de Wenqi con los árboles, los dos pensaron que esta podría ser una gran alternativa para ellos y así trabajar para el gobierno. Haixa comentó que cree que el destino los unió para que puedan ayudarse mutuamente a prosperar, permitiéndoles realizar un trabajo que no podrían hacer solos.
Gran ejemplo de amistad.