Conoce a Álvaro Daza, un joven arquitecto de Colombia que está uniendo la historia de emprendedores por medio de pulseras rojas.
¿Escuchó alguna vez sobre la leyenda japonesa del hilo rojo? Se narra que el amor entre dos personas siempre estará unido por un hilo rojo invisible y que, por más tenso que se encuentre, nunca se romperá, su amor será para siempre. Este hilo conecta a los que están destinados a encontrarse. Pero ¿qué tiene que ver esto con cambiar el mundo?
Esta leyenda, cierta o no, es parte de la inspiración de Álvaro Daza, un joven arquitecto de Cúcuta, Colombia que está uniendo por medio de pulseras rojas colombianas la historia de muchos emprendedores alrededor del mundo, personas comunes y corrientes a las que no todo les ha resultado sencillo, que comparten y tienen en común las ganas de sobresalir, de luchar por sueños, que muchos de ellos han cumplido. Por eso se unen a este movimiento: porque se identifican y saben que a través de ellos pueden inspirar a otros. Su meta es conectar, al cabo de dos años, a un millón de personas en más de 194 países.
El proyecto social Together Podemos arrancó el 6 de diciembre de 2018, bajo el lema “Unidos somos más fuertes y podemos cambiar el mundo”. Su meta inicial fue visitar ocho países y conectar 2.000 historias en 50 días. En el día número 49 logró entregar la pulsera 2011. Para Daza, cada pulsera roja representa el hilo rojo que conecta a todas las personas, que están destinadas a cambiar su realidad para bien.
Pero ¿de dónde salió y por qué hace esto? Álvaro Daza es uno de los promotores de la Comisión de Juventud en el Congreso de la República, creada por la mesa multipartidista de Colombia Joven, con iniciativas para las leyes de emprendimiento de América Latina. Además, participó en el concurso mundial de emprendimiento Global Startup Championship, con un proyecto para terminar con el desempleo, propuesta que quedó entre las 10 mejores ideas. Hace poco participó en la Asamblea de la Juventud para la ONU en Estados Unidos, donde habló sobre Together Podemos y tuvo gran aceptación.
Estas pulseras están cumpliendo el sueño que tuvo de pequeño: cambiar el mundo. Sin embargo, ¿es posible hacerlo? Para el joven emprendedor es totalmente posible, porque “si algunas voces individuales son fuertes, un millón de voces unidas con el mismo propósito son imparables”.
Daza tuvo la idea de hacer un viaje para recopilar y contar “las historias que no son visibles, de aquellas personas que se alejan de los referentes culturales modernos y de la cultura de que sin dinero no se puede lograr nada, los emprendedores”.
Su primera parada fue Panamá y su enfoque era conocer personas de todos los estratos sociales, características y perspectivas.
En el plan inicial, Daza quería recorrer ocho países, financiando su viaje con 2.000 pulseras, vendiéndolas a US$2 y con el mensaje ‘Juntos podemos cambiar el mundo’.
“El día 49 de 50, luego de haber recorrido Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, Belice y México entregué mi pulsera 2.011. No solo superé las expectativas sino que también logré gran aceptación en Instagram, en donde estoy contando cómo va el proyecto”, dijo Daza.
El joven emprendedor visualizó, desde el inicio, el poder y el alcance de su iniciativa; sin embargo, los resultados lo han sorprendido. “Deseo contar un millón de historias y que a través de la pulsera todas estas personas se lleven algo con el sello de Colombia. Mi misión es que en todos los países que visite y, a través de las personas y sus historias, entendamos que unidos somos más fuertes y qué podemos cambiar el mundo”.
Mientras tanto, dentro de la recopilación de historias está la de Carlos Sanabria, colombiano que tuvo que mudarse con su familia huyendo de la violencia. Con mucho esfuerzo logró graduarse como ingeniero civil en México y en su ejercicio profesional evidenció los procesos contaminantes e inventó un árbol mecánico que tiene la capacidad de producir el oxígeno equivalente a 368 árboles. Instaló el primero vendiendo 5.000 camisas en Monterrey. Revistas como Forbes y medios como Entrepreneur lo destacaron como emprendedor del futuro.
El proyecto busca transformar vidas a través de inspiración positiva, con ejemplos de todas las clases sociales y características que evidencian cuando las acciones son más fuertes que las palabras.
Otro proyecto para destacar es el de Marline Hernández, una indígena mixteca que llegó a la Ciudad de México a la edad de 14 años, producto del desplazamiento de sus padres a la ciudad. Su mayor sueño era ir a la ONU.
Marline decidió enviar directamente una carta a la organización. Después de varios meses le respondieron y le ofrecieron una pasantía por dos años. Tiempo después, un enviado especial para la juventud de las Naciones Unidas la invitó a trabajar con él cómo asesora en la implementación de la agenda 2030 en el mundo. Cuando Álvaro Daza la conoció, diez días antes fue nombrada asesora del actual presidente de México en la Agenda 2030. Hoy envía personas indígenas y pertenecientes a minorías que tienen alto potencial para ser embajadoras de juventud en las Naciones Unidas y desde la Presidencia de la República de México trabaja por la inclusión.
Así como cuenta historias inspiradoras, Daza también da a conocer personas sin esperanza. Por supuesto, su objetivo es que otros pongan en acción metas y proyectos en sus comunidades y sepan que es posible, en sus palabras, “dar voz a quienes no la tienen e inspirar a otros, con referentes exitosos”.
Más allá de tener impacto con el movimiento a mediano plazo, busca ser un portavoz de apoyo, conexiones y oportunidades en diferentes lugares del mundo, para las personas de todas las edades que están empezando a soñar y trabajar por su visión.
Piensa transformar sus Instagram Stories en un libro y pronto estrenará un podcast.
Así que, cuando usted se encuentre con alguien que porte esta pulsera roja, estará ante un emprendedor, alguien que, sin duda, se entrega a sus sueños y no a las aflicciones de la vida, pues, como bien afirma, Álvaro Daza, “no estamos solos, somos capaces de cambiar el mundo si nos unimos”.