¿Y tú tienes este signo evolutivo en tu cuerpo?
Puede parecer un poco ofensivo, pero tu cuerpo es un museo, lleno de reliquias antiguas que ya nadie necesita. Desde las muelas del juicio hasta la extraña manera en la que algunos de nosotros podemos mover nuestros oídos, gran parte de la forma en que terminamos siendo humanos refleja lo que nuestros ancestros evolutivos necesitaban para sobrevivir.
Como explica este video de Vox, estos remanentes extraños, que se quedaron solo porque no son lo suficientemente costosos como para haber desaparecido durante muchos milenios, solo tienen sentido en el marco de la evolución por selección natural.
Aquí hay uno que puedes ver por ti mismo: si alargas el brazo y tocas el dedo meñique con tu dedo pulgar, probablemente verás un tendón levantado en el centro de la muñeca.
Si no tienes eso, tienes suerte, estás entre el 10-15 por ciento de los humanos en la Tierra que nacieron sin esta característica prominente en uno o ambos brazos.
De hecho, es tan intrascendente que los cirujanos a menudo lo extraen y lo usan para procedimientos de cirugía plástica o reconstructiva en otras partes del cuerpo.
Entonces, ¿por qué terminamos con un pedazo de tejido tan inútil? Los científicos han descubierto que, aunque el palmaris longus está presente en muchas especies de mamíferos en la actualidad, está más desarrollado en aquellos que usan sus antebrazos para moverse, como los lémures y los monos.
Buen trabajo: estás demostrando cómo otro remanente evolutivo ha pasado de ser un equipo esencial para nuestros antepasados animales a un truco de fiesta que a nadie le importa en los humanos.
Al igual que muchos animales nocturnos de hoy en día, como conejos, gacelas y gatos, confían en la amplia gama de ángulos que sus oídos pueden girar para poder localizar mejor el origen de un sonido, las criaturas de las que hemos evolucionado habrían utilizado el mismo truco hace millones de años.
Y no hemos perdido por completo todo el ‘equipo’ que habrían usado.
Como señala Vox, no solo los humanos retuvieron tres de los músculos involucrados en el movimiento del oído, los estudios han demostrado que estos músculos aún responden al sonido. Ya no responden lo suficiente para hacer que nuestros oídos se muevan más, pero parecen dar lo mejor de sí.
Desde la piel de gallina y los huesos de la cola hasta lo adorable que hacen los bebés cuando agarran lo que se pone delante de sus pequeños dedos, hay muchos otros ejemplos de cosas extrañas que nuestro cuerpo tiene para sugerir las habilidades de nuestros ancestros.