¿Te imaginas vivir sin sentir ni un poco de dolor o estrés? Científicos finalmente han descubierto porqué esta mujer es incapaz de sentirlo.
Jo Cameron es un caso único en el mundo: nunca ha sentido dolor ni ansiedad física, gracias a una mutación genética.
La jubilada escocesa de 71 años de edad es una ex maestra que nunca ha sentido el menor dolor en su vida y no tiene idea de lo que puede ser el estrés y la ansiedad.
Sin embargo, no es por falta de haber vivido algunas aventuras durante su vida, en ningún momento se dio cuenta de su situación. Ella dio a luz sin dolor y sin epidurales. Un accidente automovilístico le causó fracturas en el brazo y la pierna, que nunca sintió. Sus operaciones de dentales no requirieron anestesia. Entonces no sintió dolor por la artritis de su cadera, pero la diagnosticaron en una etapa de degeneración avanzada.
Aún más sorprendente, tiene un poder de curación fuera de lo común. Las huellas de cicatrices y quemaduras desaparecen por completo. “Una vez, me quemé de segundo grado con mi asador. Fue solo al oler algo a quemado que me di cuenta de que era mi piel”, dice Cameron.
Investigadores en Londres y Oxford, especialistas en dolor, examinaron su caso. Observaron en su genoma, una mutación genética particular y extremadamente rara. Una vez identificado en su ADN, encontraron que esta mutación causó una reducción en la actividad de un gen que influyó en el control del dolor, la memoria y el sistema nervioso, según The Guardian. Además, encontraron dos mutaciones notables. Juntos, suprimen el dolor y la ansiedad, mientras aumentan la felicidad y, aparentemente, el olvido y la curación de heridas.
Un caso único en el mundo que podría avanzar en la investigación sobre medicamentos para el dolor, y al mismo tiempo dar más esperanza a las personas con dolor crónico. “Ahora que estamos descubriendo cómo funciona este gen, esperábamos avanzar en nuevos objetivos de tratamiento” , dice el Dr. James Cox, autor principal del estudio publicado el 27 de marzo en el British Journal of Anesthesia.
Cameron espera que hablar sobre su condición impulse el progreso científico. “Puede que haya más personas como yo que no se hayan dado cuenta de que son diferentes”, dice ella. “Si van y ayudan con los experimentos, pueden hacer algo para sacar a la gente de los analgésicos hechos por el hombre y buscar formas más naturales de aliviar el dolor”.
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