¿Odias el sonido cuando la gente mastica? Tienes misofonía y esto es lo que debes saber al respecto

Si los sonidos de crujir, masticar y respirar pesadamente te vuelven loco este artículo es para ti.

Una nueva investigación sugiere que la misofonía es algo real: las personas pueden ser hipersensibles a estos sonidos debido a los cambios en la estructura del cerebro.

La misofonía, apodada como un síndrome de sensibilidad del sonido selectivo, viene con un puñado de “sonidos de activación”. Los ruidos pueden provenir de comer, respirar en voz alta o silbar. A veces, un sonido tan trivial como un golpeteo con el pie o una persona que bosteza es suficiente para irritarlo o incluso enfadarlo.




¿ Te suena familiar?

En un nuevo estudio, científicos de la Universidad de Newcastle en los EE. UU. Afirman haber descubierto “la primera evidencia” de cambios claros en el lóbulo frontal del cerebro que explican por qué algunas personas se enfrentan a la misofonía.

“Los pacientes con misofonía tenían características clínicas sorprendentemente similares y, sin embargo, el síndrome no se reconoce en ninguno de los esquemas de diagnóstico clínico actuales. Este estudio demuestra los cambios cerebrales críticos como evidencia adicional para convencer a una comunidad médica escéptica de que se trata de un trastorno genuino “, dijo el Dr. Sukhbinder Kumar, del Instituto de Neurociencias de la universidad, en un comunicado.

Así que para aquellos de nosotros que vivimos con la misofonía, Kumar está ofreciendo un indulto. No estás imaginando tu condición, dijo.

La misofonía se identificó por primera vez en 2001. Pero durante años, la comunidad médica estaba indecisa acerca de su legitimidad.

Kumar y su equipo utilizaron escáneres cerebrales de resonancia magnética para estudiar la actividad del lóbulo frontal en personas con misofonía mientras escuchaban un puñado de sonidos.




Abarcaban desde neutrales (un café ocupado o lluvia cayendo) hasta sonidos desagradables, un llanto de un bebé o una persona que gritaba, o sonidos desencadenantes como respirar y masticar.

Entonces, ¿qué estaban investigando en los escáneres cerebrales mientras los voluntarios escuchaban estos sonidos?

Resulta que, cuando los participantes del estudio con misofonía escucharon los sonidos desencadenantes, la actividad cerebral aumentó en el área del lóbulo frontal y la corteza insular anterior (AIC). El AIC está en la parte gris de la materia del cerebro y está vinculado al procesamiento de las emociones.

En voluntarios sin misofonía, la actividad aumentó solo en el AIC, pero descendió en el lóbulo frontal.

Los investigadores piensan que esta diferencia puede ser clave para explicar por qué algunas personas son sensibles a este ruido.

Sin embargo, estos son solo pasos preliminares. Kumar dijo que espera que su investigación desvele más detalles, incluidas las opciones de tratamiento.

La investigación fue publicada en la revista Current Biology




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