¿Leyenda o hecho? Un joven explorador viajó a lo profundo de una jungla remota para descubrirlo.
Escondido en la densa jungla de la Amazonía peruana se encuentra un río percolador y arrollador. Las humeantes aguas turquesas que pueden alcanzar hasta 93 grados Celsius están guiadas por piedras de color marfil y protegidas por muros de más de 18 metros de exuberante bosque y vegetación. Los lugareños creían que el río era sagrado y que las aguas calientes tenían poderes curativos, y los chamanes lo incorporaron a las medicinas.
Cuando era niño, Andrés Ruzo escuchó a su abuelo peruano contar la historia del Río Hirviente o Shanay-timpishka, el antiguo nombre que se traduce como “hervir con el calor del sol”. Las cabeceras están marcadas con una roca en forma de la cabeza de una serpiente. Según la leyenda, un espíritu de serpiente gigante llamado Yacumama o “Madre de las aguas” que da a luz a aguas frías y calientes calienta el río.