No usar zapatos estimula el desarrollo del cerebro

Resulta que después de todos estos milenios, la madre naturaleza sigue siendo el calzado más funcional.

La ciencia tardó mucho en reconocer su obra. Pero en un nuevo estudio, publicado en la revista Nature, un equipo internacional de investigadores descubrió que un pie experimentado (es decir, calloso) nos brinda mejor protección que los zapatos. De hecho, sugieren, que los zapatos en realidad han insensibilizado nuestros pies, al mismo tiempo que cambian la forma en que caminamos. Además de que con el tiempo, eso ha alterado dramáticamente la marcha humana.

‘’No estamos diciendo que la gente no deba usar zapatos’’, dice el profesor de Harvard y coautor del estudio, Daniel E. Lieberman, a  Scientific American en un artículo publicado. En cambio, sugiere que se necesita más investigación sobre cómo el calzado ha alterado nuestros cuerpos y hábitos, y tal vez a lo que nos dimos por vencidos cuando comenzamos a cubrir nuestros pies.



Para el estudio, Lieberman y sus colegas pasaron mucho tiempo mirando los callos, esos nudos endurecidos de queratina que se forman en los pies y que están frecuentemente expuestos a los elementos crudos. En total, examinaron a 100 adultos, en su mayoría de Kenia, y casi la mitad de sus participantes rechazaban el uso de calzado.

En los resultados se encontró que los caminantes descalzos, a pesar de los callos gruesos, podían sentir mucho el suelo bajo sus pies. De hecho, incluso los callos más gruesos no amortiguaron la sensibilidad táctil. Pero, como era de esperar, envolver los pies en goma y plástico lo hizo.

Esto quiere decir que sin importar lo grueso de los callos, estos todavía sienten el suelo y transmiten información al cerebro. Mientras que los zapatos evitan estas señales. Esto podría ser un problema importante para las personas, especialmente las mayores, que tienen problemas para mantener el equilibrio.



A medida que envejecemos, perdemos sensibilidad en nuestros pies, y una vida sin zapatos podría exacerbar el problema.

‘’Si sus pies no pueden sentir lo que está pasando en el suelo, tal vez sea más susceptible y más vulnerable a las caídas, y los zapatos pueden ser parte de eso’’, explica Lieberman. ‘’Si podemos darle esas señales al cerebro, la gente tendrá mejores reflejos y eso podrá ayudarlos’’.

¿Cómo conseguimos que los nervios que corren del pie al cerebro se comuniquen?

‘’Sugerimos a los niños que caminen descalzos sobre el pasto húmedo con el propósito de estimular a los aferentes por razones de desarrollo’’, explica a LiveScience el coautor del estudio Thomas Milani, de la Universidad de Tecnología de Chemnitz de Alemania.

Los investigadores descubrieron que toda esa suavidad y aislamiento no hacen que el impacto de cada paso desaparezca. Simplemente lo sentimos menos porque la energía se transfiere a las articulaciones más arriba de la pierna. Como resultado, es probable que caminemos de manera muy diferente a como lo hacían nuestros antepasados sin zapatos.



Además en la actualidad existe el problema espinoso de proteger nuestras suelas de los peligros de las aceras urbanas. La nieve, el hielo y el granizo probablemente se sientan como te imaginas pero seguro no es algo que quieras intentar.

Según los investigadores, los callos habrían ofrecido protección a los antiguos humanos. Ningún pie expuesto a este mundo permanece rosa e inocente por mucho tiempo. En su lugar, se forman nudos de queratina resistente para amortiguar y proteger las plantas.

Es por eso que es mejor encontrar el equilibrio adecuado entre cubrir los pies para la sociedad civil y aprovechar cada oportunidad para liberarlos. Como en un día soleado de verano, o en un parque cubierto de hierba.


Jennifer Monroe: Escritora de tiempo completo, cinéfila, comic addict y fotógrafa aficionada. A complete Nerd kissed by fire.
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