Él era el único residente que quedaba, iban a destruir su aldea y se negó a irse. Fue entonces que tomó un pincel y empezó a pintar cada centímetro del lugar.
Hace poco más de 10 años, Huang Yung-fu, de 86 años de edad en ese entonces, se encontraba ante una problemática. Al ser el último residente de su aldea, el gobierno de Taiwán estaba considerando destruir su pueblo para construir un nuevo complejo de apartamentos.
Las autoridades le ofrecieron dinero para que se mudara a otro lugar, pero Huang no podía imaginar abandonar el único hogar que había conocido en Taiwán. En ese momento decidió actuar y se puso a pintar.
Es por eso que, 40 años después, cuando parecía que su casa iba a ser destruida, Huang quedó en shock. “Cuando llegué aquí, la aldea tenía 1,200 hogares y todos nos sentábamos y hablábamos como una gran familia”, compartió Huang con la BBC. “Pero luego todos se mudaron o fallecieron y empecé a sentirme solo”.
La noticia no tardó en volverse viral y fue así como nació el “abuelo arcoíris”. Capturando el alma de la nación, la colorida aldea se ha convertido en un importante centro turístico que recibe a más de un millón de visitantes al año. ¿Lo mejor de todo? Huang pudo seguir viviendo en su casa.
“El gobierno me prometió que conservarán esta casa y toda la aldea”, dijo. “Eso me hizo sentir muy feliz y agradecido”.