¿será porque tienen más resistencia que un atleta profesional?
No, no sólo sus padres y maestros creen esto, la ciencia está de acuerdo en que los niños son realmente agotadores.
De acuerdo con una investigación publicada recientemente en la revista Fronteras de la Fisiología, los padres no deberían sentirse mal por no poder seguirles el ritmo, ya que es virtualmente imposible que un adulto pueda lograrlo.
¿Y por qué decimos esto?
Un experimento de la Universidad Clermont Auvergne en Francia, reclutó a niños entre las edades de 8 y 12 años, junto a adultos fuera de forma y atletas de resistencia profesionales.
A todos se les pidió que realizaran ejercicios de alta intensidad en una bicicleta estacionaria mientras se les practicaban pruebas que medían el metabolismo y los niveles de fatiga. Sin sorprender a nadie los niños superaron a los adultos fuera de forma en todos los ámbitos, pero lo que fue realmente revelador es que su ritmo cardíaco se estabilizaba más rápidamente que el de los atletas profesionales.
Además, los investigadores también notaron que el ácido láctico, que es el encargado de provocar la fatiga muscular, también se eliminaba de su sangre más rápido.
En otras palabras, los niños no se cansan tanto durante la actividad física intensa y se recuperan más rápido, lo que explica porqué los niños aparentan poder jugar por horas y horas sin cansarse.
Durante la prueba de Wingate, la producción de energía de los adultos ‘no atléticos’ cayó en un 51.8%, en los atletas profesionales en un 41.8 %, pero los niños sólo disminuyó en un 35.2%.
Los investigadores creen que los hallazgos podrían ayudar a desarrollar el potencial atlético en los niños, así como a mejorar nuestra comprensión de dos cosas: cómo nuestros cuerpos cambian de la niñez a la adultez y por qué la fórmula de tratar que los niños se cansen antes de dormir, no siempre funciona.
Así que los padres y maestros una cosa queda bastante clara. Deben aprovechar su experiencia y explotar toda su creatividad para encontrar cómo controlar la energía de sus pequeños, porque la energía y resistencia que tenían en “los buenos tiempos”, simplemente no volverán.
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