Gracias a su historia y sus acciones se convirtió en un símbolo mundial de la lucha contra la explotación infantil.
Iqbal Masih fue un niño nacido Muridke, Pakistán en 1982. Desde pequeño fue cedido a un fabricante de alfombras por su padre a cambio de un préstamo de 600 rupias (aproximadamente 12 dólares) que necesitaba para poder pagar los gastos de la boda de su hijo mayor.
Iqbal fue obligado a trabajar jornadas de más de doce horas seguidas, durante las cuelas se encontraba encadenado al telar donde trabajaba. Por si no fuera poco, sufría abuso físico por el dueño de la fábrica.
Quienes compraban estas alfombras eran conscientes de que los niños que trabajaban en la fábrica eran víctimas de la explotación, con condiciones higiénicas humillantes, pero aún así, estas alfombras se compraban por una gran suma de dinero debido a que eran muy pocos los que podían fabricarlas y solo se tejían una vez al año.
Harto de esta situación, en 1992 cuando tenía diez años, consiguió escapar de la fábrica y comenzó a denunciar la situación de esclavitud en que vivían otros muchos niños de su país. El sindicato ‘Frente de los trabajadores de las fábricas de ladrillos’ apoyaron a Iqbal y denunciaron a la policía. Gracias a ello, el último ‘dueño’ de Iqbal, Hussain Khan, fue condenado y su fábrica clausurada.
Iqbal finalmente era libre y a partir de ese momento se dedicó a denunciar a los patronos de los telares, contando la situación de esclavitud que sufrían miles de niños en su país. Su mensaje para el mundo era “¡No compren ninguna de esas alfombras!”.
En 1998 en memoria de Iqbal, se instauró el día 16 de abril como Día Mundial contra la Esclavitud Infantil. A su corta edad, Iqbal fue un héroe valiente que le hizo frente a toda una industria abusiva, para poder ayudar a miles de niños y crear consciencia sobre los maltratos que sufren los pequeños en las sombras.
El legado de Iqbal Masih será siempre recordado, gracias a él, millones de niños se han salvado de una vida triste y llena de abusos.