Sorprendentemente, el piloto continuó con su profesión después de su recuperación.
Esta impactante historia ocurrió durante un vuelo de Birmingham, Reino Unido a Málaga, España en junio de 1990, cuando el capitán Tim Lancaster y su equipo tuvieron el susto más grande de sus vidas, cuando a tan solo 30 minutos del inicio del vuelo, dos de las seis ventanas de la cabina del avión se rompieron y como consecuencia el piloto quedó succionado por el viento, mientras sus compañeros lo sujetaban para evitar que caiga en picada a 7.000 metros de altura.
A pesar de que el día de trabajo había comenzado como de costumbre, los tripulantes del vuelo se enfrentaron a un inminente desastre, cuando las ventanas se rompieron y el piloto Lancaster fue succionado de su asiento y aunque una de las puertas de la cabina casi derriba al azafata Nigel Ogden, el logró esquivarlo y pudo sostener las piernas de Tim, en el momento justo.
Sin embargo, debido a la velocidad y al movimiento, Nigel empezó a deslizarse también y otro miembro de la tripulación llamado John Heward fue corriendo hacia sus compañeros y agarró del cinturón a Nigel, mientras que otro asistente de vuelo, se amarró a la silla del piloto y logró sostenerlos formando una cadena humana.
En una entrevista con el medio Sydney Morning Herald, Nigel Ogden narró que cuando “me di la vuelta y ví que el parabrisas delantero había desaparecido, y Tim, el piloto, estaba saliendo por el, lo había sacado del cinturón y todo lo que podía ver eran sus piernas, salté sobre la columna de control y lo agarré por la cintura para evitar que se fuera por completo”.
El tripulante agregó que “El viento le había quitado la camisa de la espalda y su cuerpo estaba doblado hacia arriba, doblado alrededor de la parte superior del avión. Sus piernas estaban atascadas hacia adelante, desconectando el piloto automático, y la puerta de vuelo descansaba sobre los controles, enviando el avión a una velocidad de casi 640 km/h a través de algunos de los cielos más congestionados del mundo”.
El tripulante continuó su narración diciendo: “pensé que lo iba a perder, pero terminó doblado en forma de U alrededor de las ventanas. Su cara golpeaba contra la ventana con sangre saliendo de su nariz y de un lado de su cabeza, sus brazos se agitaban y parecían tener 3 metros de largo. Lo más aterrador es que sus ojos estaban muy abiertos. Nunca olvidaré esa vista mientras yo viva”.
Mientras todo esto pasaba, el copiloto Alistair Atchinson agarró los controles y alertó por la radio que tenían una emergencia y tras lograr controlar la aeronave, aterrizaron a salvo en el aeropuerto de Southampton y de inmediato fueron asistidos por los servicios de emergencia.
Afortunadamente, Tim logró sobrevivir y aunque sufrió varias facturas y congelación, después de su recuperación regresó a su trabajo como piloto. La impresionante historia fue compartida por un programa de National Geographic con un documental llamado Air Crash Investigation – Blow Out, en la que hicieron una recreación del accidente.