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La Mulán mexicana: se vistió de hombre e incluso inspiró el nombre de una salsa brava

La valentía de Valentina Ramírez Aviña le dio nombre a una de las salsas picantes más famosas de México.

Valentina Ramírez Avitia, la ‘’leona de Norotal’’ fue una mujer valiente que lucho en la Revolución Mexicana junto a las tropa maderistas, vestida de hombre cuando tan sólo tenía 17 años. En la batalla se hacía llamar Juan Ramírez, le bastó menos de un año para alcanzar el grado de teniente.

Valentina nació un 14 de febrero de 1893 en El Norotal, Durango, sus padres fueron Norberto Ramírez y Micaela Avitia, tenía 4 hermanos mayores y una hermana menor. Su padre era labrador y arriero, y procuraba mantenerse informado acerca de la situación política del país, incluso, llegado el momento de que la guerra de la revolución estallara, Norberto comentó a su familia sus deseos de participar en el movimiento al lado de un grupo de amigos, su hija Valentina sintió un ímpetu de acompañarle y luchar por los ideales que ella misma compartía, lamentablemente su padre murió antes de poder cumplir con su objetivo. Valentina, por otro lado quiso hacer honor al hombre que la engendró y a su nombre y fue así como decidió enlistarse con el nombre de Juan Ramírez. Así lo contó personalmente a Leopoldo Avilés Meza en una entrevista el 22 de febrero de 1969.



‘’Cuando Francisco I. Madero se lanzó contra el dictador Porfirio Díaz yo era joven y tenía a mi padre. Este de inmediato comunicó a la familia sus deseos de luchar por la libertad de nuestros compatriotas y yo le dije que lo acompañaría, pero poco después murió. En noviembre de 1910 me uní al grupo del general Iturbe pero vestida de hombre con el nombre de Juan Ramírez’’.

Valentina tuvo que practicar los movimientos masculinos que realizaban sus hermanos al sentarse, saludar, montar a caballo y por supuesto al hablar para no levantar ninguna sospecha antes de comenzar sus entrenamientos. En los último días de noviembre de 1910 aprovecho la irrupción de las tropas revolucionarias en su pueblo, se vistió con la ropa de sus hermanos, se escondió las trenzas en el sombrero, montó su caballo y se unió a la bola de revolucionarios, para enero de 1911, Valentina, o mejor dicho, Juan Ramírez estaba formalmente integrado al movimiento revolucionario.



Valentina logró esconder muy bien su secreto, además de que su fuerte personalidad causaba temor entre sus colegas y enemigos.  A Juan Ramirez se le veía portando una carabina 30-30, cartucheras cruzadas en el pecho y un gran sombrero de palma con el que ocultaba sus largas trenzas. Gracias al triunfo del combate en puente Pumarejo en Culiacán, en el cual pudieron derrocar y desterrar al Gobernador Diego Redo, pronto Harold Ramírez le otorgó el grado de teniente. Sin embargo, por un descuido fue descubierta por un compañero que accidentalmente vio sus trenzas mientras ella le daba agua a su caballo. Primero se sospechó que era un espía del enemigo, después se le felicitó por su osadía, pero se le ordenó una expulsión inmediata, ya que no se admitían mujeres en las filas.

Valentina intentó volver con su familia, pero sus hermanos la rechazaron cruelmente debido a que su madre había muerto mientras ella luchaba, al sentirse desprotegidos ante su huida, jamás pudieron perdonarla. Valentina se casó tiempo después con el Coronel Federico Cárdenas, pero murió años después. Asó que Valentina se volvió a casar con Luis Celis, sin embargo la relación no duró mucho tiempo.



Se especula que el general Iturbide la encontró mendigando afuera de una catedral y le recomendó que fuera a ver a la familia Almada en Navolato, Sinaloa para pedir trabajo, la mujer obedeció y obtuvo un trabajo de sirvienta, hasta que la familia se mudó. Afortunadamente, Valentina pudo conseguir un terreno, construir una humilde casa y se dedico a lavar y planchar ropa ajena.

Para el año de 1962, Valentina pidió su pensión de veterana de guerra, fue reconocida y acreditada pero no se le pudo dar la pensión, porque únicamente había luchado 5 meses y 10 días.

El 1969 la veterana de guerra fue atropellada en Navolato y desafortunadamente quedó lisiada de por vida, el Ayuntamiento de Culiacán decidió apoyarla inscribiéndola en un asilo de ancianos, sin embargo, Valentina usó su fuerza y determinación para lograr escapar, no soportaba la idea de vivir o morir como prisionera. Estos últimos años de vida los vivió pidiendo dinero en la plazuela y el mercado de Navolato. Su casa sufrió varios incendios debido a que la mujer dejaba veladoras prendidas en el interior de su casa en nombre de la virgen de Guadalupe, en una de estas ocasiones, los vecinos llegaron muy tarde, así murió un 4 de abril de 1979 la valiente Valentina Ramírez, sus restos se encuentran en la fosa común del panteón Civil de Culiacán.

Una curiosidad sobre la vida de esta increíble mujer es que la famosa salsa mexicana ‘’Salsa Valentina’’, aquella que todo mexicano que se respeta usa para aderezar sus botanas, fue nombrada en honor a Valentina Ramírez.

Una increíble curiosidad, ¿la conocías?