Tras sospechar que los datos oficiales no eran reales, empezaron a analizar los datos de defunciones del Registro Civil.
Además de la grave crisis sanitaria, humanitaria y económica que ha generado el desarrollo de la pandemia de COVID-19, también se han presentado situaciones desconcertantes como las irregularidades de las cifras oficiales de personas contagiadas y fallecidas en algunas partes del mundo.
Un ejemplo de esto, ocurrió con los datos oficiales de fallecidos en la Ciudad de México, que parecían ser sospechosamente bajos en los primeros meses de la pandemia en el país azteca. Ante la situación, una consultora financiera francesa y radicada en México llamada Laurianne Despeghel de 31 años, empezó a analizar las gráficas presentadas por el gobierno y tras pensar que estas cifras no eran reales, contactó a su compañero Mario Romero Zavala, un desarrollador de software de 37 años, para intentar descifrar los datos verdaderos.
En una entrevista con la BBC, Laurianne relató que le escribió a su compañero diciéndole: “creo que los datos existen”, ya que la joven había escuchado que los certificados de defunción se almacenaban en una base de datos general en el Registro Civil de Ciudad de México. Al despertar la intriga de Mario, el mexicano continuó pensando en esto y al día siguiente le respondió que tenía una idea, que se daría prisa y que pensaba que “mañana por la mañana tendremos los datos”.
Las sospechas de Laurianne y Mario, incrementaron cuando vieron un informe emitido el 18 de mayo de 2020 por un grupo cívico llamado Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, que revelaba que hasta ese momento habían al menos 4.577 muertes confirmadas o presuntas por COVID-19 en la Ciudad de México, lo cual era tres veces más que los datos oficiales. Además, los investigadores habían descrito que obtuvieron esa información, por una lista de certificados de defunción que se había filtrado y que posteriormente pudieron verificar su autenticidad, utilizando un servicio de la página web del Registro Civil de la ciudad, que permite obtener copias de los certificados de defunción.
Después de que Lauraianne analizó los resultados del informe, Mario se dio cuenta de un detalle importante: los certificados de defunción eran emitidos en orden ascendente por cada una de las 52 oficinas de registro civil de la ciudad, empezando por el No. 1 en el 2020 y calificó esto “como un error de novato, si esta fue la decisión del programador”.
De esta manera, Mario y Laurianne concluyeron que lo que necesitaban hacer era identificar el certificado con el número más alto en cada una de las 52 oficinas y al sumar estos valores, podrían obtener el número de fallecidos en la Ciudad de México.
Finalmente, los jóvenes lograron determinar que en el período del 1 de enero al 20 de mayo de 2020, hubo un excedente de 8.072 fallecimientos en Ciudad de México, en comparación a los años anteriores, y que esta cifra estaba muy por arriba de los datos oficiales del gobierno que establecían que en los primeros cinco meses del 2020, habían 1.832 fallecimientos por COVID-19.
Laurianne y Mario continuaron su investigación y periódicamente le daban los resultados a Sebastián Garrido, el editor de un blog de datos de una revista mexicana llamada Nexos, en la cual publicaron que para el 7 de junio del 2020, encontraron un excedente de 17.310 muertes en Ciudad de México, esta cifra subió a 22.702 para finales de junio, mientras que para la última semana de agosto, el total había sobrepasado 31.000 fallecimientos.
En uno de los últimos informes de Laurianne y Mario, revelaron que para febrero del 2021, contaron un excedente de 83.235 fallecidos, el cual es más del doble del total de muertes por COVID-19 confirmadas por el gobierno mexicano.
Por otra parte, en otras partes del mundo, los ‘sleuths’ (detectives cibernéticos), organizaciones y periodistas, también se han encargado de investigar y revelar otros casos de irregularidades de las cifras oficiales de las víctimas de COVID-19, cuando los gobiernos han sido lentos o no han querido informar sobre la verdadera magnitud de la pandemia. Un ejemplo de esto ocurrió en Irán, cuando un grupo de periodistas de la BBC informaron que en el verano pasado, las muertes por COVID-19 eran casi tres veces más altas que las informadas por el gobierno. Mientras que en Nicaragua, un grupo de civiles investigó y contó más de 3.000 personas fallecidas con síntomas de COVID-19, que dejaban atrás al número oficial que era 179.