Las aplicaciones y herramientas modernas sirven para mucho más de lo que imaginamos.
Cuando queremos ayudar, encontramos los medios; cuando no, simplemente encontramos excusas. Nuestra sociedad hiperconectada nos brinda muchísimas herramientas para poder ayudar a personas prácticamente en cualquier lugar del mundo. Con un poco de ingenio podemos convertir aplicaciones como Amazone Prime Now en algo más que una herramienta cómoda para recibir los artículos rápidamente en casa.
Ayuda un click a la vez
Esta fue la idea de Rob Bliss, quien encontró en este servicio de Amazon una manera muy original para ayudar a las personas más necesitadas. Su historia se ha vuelto viral, ocupando las portadas de periódicos como el Huffington Post.
Mientras caminaba por las calles de Nueva York, Bliss vio a muchas personas sin hogar en el frío asfalto, algunas ni siquiera tenían calcetines. Se preguntó cómo podría ayudarles a solucionar ese problema rápidamente, así que se le ocurrió usar el servicio de entrega más rápido de Amazon. Bliss comenzó a preguntarles lo que necesitaban. Las demandas más comunes eran calcetines, zapatos, sacos de dormir y kits de higiene personal. Bliss utilizó su móvil para pedir estos artículos y enviarlos a la dirección postal donde se encontraban sentadas las personas.
En cada orden el jóven incluía un mensaje para que los repartidores supieran a quién debían entregar los paquetes. Su plan funcionó y en dos horas llegaron los repartidores con los artículos que necesitaban las personas sin hogar.
Tecnología al servicio de todos
Bliss espera que otras personas se animen a utilizar los servicios similares a Amazon Prime para ayudar a quienes más lo necesitan. En el vídeo, el joven reflexiona sobre la rapidez y la comodidad sin precedentes que nos reportan los servicios de entrega rápida a domicilio. Sin embargo, no todos se beneficias de esta tecnología. Las personas sin hogar, cuyo número ha aumentado en un 40% en Estados Unidos y aproximadamente un 20.5 % en Europa desde 2014, no pueden aprovechar estos avances.
“Por cada persona sin hogar que vemos, hay cientos que no vemos. Por cada persona sin hogar existe alguien que está viviendo de manera precaria, a menudo sufriendo tanto como quienes están en la calle”. —Tom Regehr
Con la idea de Bliss podemos poner la tecnología al servicio de las personas sin hogar, para poner a su alcance rápidamente lo que necesitan. Es un gesto sencillo con el que ayudamos directamente a una persona.
Detrás de cada persona sin hogar hay una historia diferente; una historia que incluso podría ser la nuestra
Algunos piensan que son fracasados, que carecen de la fuerza de voluntad necesaria para trabajar y construirse una vida mejor. Otros creen que son adictos que solo quieren el dinero para beber alcohol o consumir drogas. Sin embargo, es mucho más complicado que eso. Detrás de cada persona sin hogar hay una historia diferente, una historia que incluso podría ser la nuestra, si las cosas se hubieran torcido en algún punto de nuestra vida.
“Una persona sin hogar no es simplemente aquella que no tiene un techo sobre su cabeza, es alguien a quien le falta hogar satisfactorio que le transmita seguridad”. —Kenneth Kelling
Marianne van den Bree es psicóloga de la Universidad de Cardiff e intenta comprender la historia de cada una de esas personas. Entrevistó a 682 personas que vivían en la calle en el Reino Unido e Irlanda y descubrió que más de la cuarta parte se había quedado sin hogar antes de cumplir los 18 años. El 30% reconoció que habían sufrido abusos en su infancia.
La negligencia emocional sufrida en la infancia y la pérdida del hogar también suelen representar la pérdida del grupo, las posesiones y la seguridad. Es un círculo vicioso muy difícil de romper, sobre todo cuando la vida arrebata las opciones desde una edad tan temprana.
En este sentido, un estudio muy interesante realizado en la Universidad de Bristol desveló que, a medida que muchas de estas personas asumen su identidad de “sin techo”, la etiqueta con la cual los cataloga la sociedad, son más propensas a ayudar a otras personas en su misma condición, pero también a mantenerse en ese estado. Es una especie de indefensión aprendida.
Por tanto, ya va siendo hora de acabar con los estereotipos sociales de exclusión. Hay demasiada gente que mira, pero no ve. Muchas de las personas que encontramos pidiendo ayuda no solo necesitan el dinero que podemos darle mientras pasamos apresuradamente a su lado.
También hay gestos que les devuelvan un poco de esperanza. ¿Te animas?
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