El esfuerzo y compromiso de este hombre jubilado lo hizo transformar un lugar contaminado en un lugar de diversión.
Hace poco más de una década, Serafín Casimiro tuvo un gran gesto con sus vecinos de la localidad de Cerrillos, ubicada a 25 kilómetros de la ciudad de Salta, Argentina. El jubilado se propuso una tarea importante; limpiar la basura que ocupaba todo un terreno frente a su casa para después convertirlo en una plaza. Con esfuerzo y dedicación, su meta fue lograda y hoy, después de 10 años, todavía dedica su tiempo al cuidado de los juegos y las plantas del lugar.
“En su momento fui encargado del mantenimiento de la plaza principal de mi ciudad y cuando me jubilé tuve la necesidad de hacer algo. Entonces, vi que frente a mi casa, a las orillas del ferrocarril, estaba todo abandonado, con pozos, pastos largos y mucha basura. Así que decidí pedirles a los vecinos que dejaran de arrojar residuos para empezar a trabajar”, dice Casimiro, de 83 años, en diálogo con Crónica.
Luego, llegó el momento de “poblar” la plaza. “Una vez que tuve el terreno limpio, comencé a plantar árboles, pinos, palos borrachos, cactus de diferentes tipo, paraísos, rosales, pensamientos, palmeras y otros ejemplares. Además coloqué algunos bancos destinados a quienes tuvieran ganas de acercarse a descansar, lo que generó una gran alegría entre los habitantes de Cerrillos”, explica.
Mientras tanto, su hijo, Gustavo, reconoce “el orgullo de tener un padre tan humilde y trabajador que transformó un lugar abandonado en un sitio donde los chicos pueden jugar”.
Actualmente, Serafín sigue encargándose de inspeccionar el área a pesar de que los empleados municipales mantienen el lugar en perfectas condiciones. Según sus familiares, todos los meses toma dinero de su jubilación para contratar a un parquero para que todo el tiempo se pueda apreciar “la belleza del espacio verde”, que alguna vez fue un terreno sucio, contaminado y empobrecido.
Hace unos meses, el Concejo Deliberante de su localidad le otorgó un reconocimiento como “Vecino destacado por contribución a la mejora de la calidad de vida”. Pero el premio no lo hizo dormir entre laureles. “Ahora deseo poner algunos juegos de salud para los adultos mayores”, expresa el “ciudadano ilustre”, que vive junto a su mujer, de 86 años, a la que algún día le comentó sobre su “locura”, que con sus propias manos y al cabo de unos años pudo hacer realidad.
h/t: Crónica