La sonrisa en su rostro lo dice todo.
Todos los días a las 8 p.m., millones de españoles aplauden en sus balcones en muestra de agradecimiento al personal sanitario y a la gente que sigue trabajando en negocios imprescindibles durante la cuarentena en el país.
Hermann Schreiber es un anciano alemán que vive con su esposa Teresa Domínguez, originaria de España. Ambos sufren de Alzheimer y les cuesta entenderse el uno al otro debido a que olvidaron el idioma del otro, lo que no olvida Hermann es de tocar su inseparable armónica.
Desde los cinco años aprendió la técnica para tocar el instrumento, en ello se entretenía mientras su madre cocinaba y ahora, diariamente, cuando la gente aplaude desde sus balcones, él acude a su ventana en la ciudad de Vigo. Cree que esos vecinos de las casas de al lado son su público y no duda en ofrecerles un verdadero recital con su fiel armónica.
“Es muy sensible, de emoción fácil”, comenta Tamara Sayar, la cuidadora de Hermann. Ella es la responsable de que Hermann se sienta idolatrado haciéndole creer que los vecinos son su maravilloso público.
“No sé si he creado un monstruo, porque ahora Hermann ensaya todo el día”, cuenta emocionada a Efe, y no duda en confesar el enorme cariño que siente hacia el intérprete al que el estado de alarma no detiene.
Para recordarle al hombre que debe lavarse las manos antes y después de su recital, Tamara ha diseñado un enorme cartel escrito en alemán y el dibujo de un varón, que se parece mucho a él.
“Pedazo de concierto, eh, Hermann. ¿Ves? Te has puesto nervioso. Mucho público. Yo entiendo“, le dice esta sanitaria en cada video que graba de sus conciertos. Hermann sonríe, sigue con su interpretación y al final aplaude a su público, sumándose a la ovación.
Hermann todavía conserva una casa en su natal Alemania y planeaba realizar un viaje, pues necesitaba ver a sus médicos allí para darle seguimiento a su tratamiento y conseguir las medicinas que le han recetado. Debido a las restricciones que ha desencadenado la pandemia del COVID-19 en España y por ser él persona de alto riesgo, no pudo tomar ese avión. Al final, y después de un proceso burocrático latoso, consiguió sus medicinas necesarias.
Ahora, Tamara y Teresa disfrutan cada día de los conciertos que hace Hermann. El músico se llena de vida al ver a tanta gente aplaudiendo sus melodías. Esto demuestra que la vida puede percibirse de una manera extraordinaria dependiendo del cristal con el que se observe.